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Segunda parte
 Tercera parte
 
 
  
 
   Reflejos Virtuales
 
 
   Ensueño
 
 
   Juego Canto
 
 
   Lydia Lacroix
 
 
 
 
Hay seres que nos dejan profundas enseñanzas: siendo ellos mismos
 dispensan su sabiduría.
 He tenido la suerte de encontrarlos
 en mi camino.  Esas personas me
 sumergen en lo cotidiano, confirmándome habitante
 de un lugar y un tiempo específicos...
 
 
 
 Tengo un hola! único
 que es sólo para tí.
 Nació en lo más profundo de mi ser
 y, cada día,
 lo alimentan el Sol,
 la lluvia, el viento
 y las voces de los niños en la calle.
 Los pájaros también lo conocen...
 Mi hola! es un gran tesoro:
 un canto a la vida,
 un lazo con el todo.
 
 Y ese hola! es tuyo:
 es sólo para tí!.
 Tómalo...! Y nos encontraremos,
 nuevamente,
 en el Jardín del Silencio.
 
 
 
Comunión
 
 
En aquel Jardín  reinaba el silencio.
 Un silencio intenso y profundo,
 sólo interrumpido, a veces,
 por el murmullo del viento entre las hojas
 y el canto de los pájaros.
 
 Un arroyo corría
 paralelo al Bosque de Bambú.
 Y allí estaba ella,
 en pleno silencio:
 entre ese silencio maravilloso que,
 sin saber por qué,
 la hacía sentir
 en comunión con el todo.
 
 El bambú la remontaba a tiempos lejanos.
 Recordó que
 se necesitan setenta y cinco años
 para que el bambú llegue a florecer.
 Y eso es mucho tiempo!
 ¡ Qué maravilloso pareció entonces el tiempo!
 Ahí, en medio de la Naturaleza,
 lo percibía en toda su plenitud.
 Porque penetraba los más
 recónditos sitios de su yo...
 Y ella, a su vez,
 se hacía presente en su tiempo:
 para vivirlo y ser.
 
 En su meditación la distrajo
 el ruido de unos pasos:
 eran los de un conversador casual.
 - "¡ Hola! -le dijo- vengo del Silencio.
 De silencios me nutro,
 me alimento;
 y respiro silencios".
 
 -"Qué extraño! -pensó ella-
 un ser amable
 que se exprese en forma tan distinta".
 
 Le continuó escuchando.
 
 -"Es lindo, este lugar.
 Yo también vengo aquí,
 de vez en cuando,
 para estar con todos
 sin estar con nadie".
 
 Ella seguía
 sin comprenderle del todo.
 Pero... había algo en él
 que le agradaba.
 
 -"Bueno, la dejo
 con sus pensamientos". -dijo-
 y se fue de ahí caminando,
 llenando el silencio con sus pasos.
Sólo se fue...
 
 LLUVIA
 
 Llovía. Intensamente...
 La lluvia llenaba el aire con un aroma
 que, pensándolo bien,
 era, más que un aroma,
 un olor...
 tan intenso,
 como lo era todo
 en aquel jardín.
 
 Los árboles
 chorreaban agua en goterones.
 Se refugió
 bajo uno de ellos:
 el único que no goteaba.
 
 El murmullo del viento,
 entremezclado en la lluvia,
 rompía el habitual silencio del lugar.
 ¡ Estaba feliz!
 Sentía que la lluvia
 no refrescaba sólo a la tierra,
 a los árboles o a las flores,
 sino que su frescura
 la penetraba toda,
 como si ella misma fuera tierra.
 
 Entonces escribió:
 
 "La lluvia de esta tarde me hace sentir eterna
 y es para recordarme que soy un ser mortal.
 Hoy soy tierra, soy lluvia, soy aire humedecido;
 soy silencio y soy música, plena de eternidad".
 
 De pronto, la sorprendió
 una presencia y la sensación
 de una mirada que la cubría.
 Era su nuevo amigo.
 (Aquel, el incógnito
 que respondió con silencio
 cuando ella preguntara por su nombre).
 
 -"¡Hola! -le dijo-
 El hombre siempre tuvo ansia de eternidad.
 ¿Puedo sentarme?"
 
 Ella asintió
 y esperó, resignada,
 escuchar una conversación
 de temas míticos y aburridos.
 
 Pero no fue así.
 El amigo sonrió -adivinando su pensamiento-
 y la miró en silencio.
 
 Esa mirada parecía decir:
 "Siga en lo suyo,
 que yo me quedaré aquí sentado,
 sin molestar..."
 
 Después de un rato,
 la lluvia continuaba con su música.
 El ritmo de las gotas,
 combinado
 con el murmullo del agua del arroyo
 y la acostumbrada quietud del lugar,
 la distrajeron.
 Volteó la cara
 para reiniciar la conversación:
 pero descubrió que estaba sola.
 Eternidad.
 
 En medio del recuerdo
 de la presencia de su nuevo amigo,
 retomó la construcción del poema.
 Entonces nació en su interior
 una sensación diferente...
 
 "El hombre siempre tuvo ansia de eternidad".
 -Recordó las palabras que dijo,
 con voz dulce, su amigo-.
 
 - "¿Quién será? Evidentemente -pensó-
 en este mundo abundan tipos raros;
 pero este es distinto: sus gestos, su voz,
 sus movimientos
 expresan seguridad y sensatez.
 Aunque eso no lo hace escapar
 de parecer un poco raro...
 Además, qué poca cortesía!
 Llegar así, a hurtadillas,
 e irse sin siquiera despedirse.
 ¡En fin! Quizás lo vuelva a ver
 y entonces podré averiguar
 quién es, o qué pretende
 con sus discursos de rasgos filosóficos".
 
 "Cuando en nuestro yo
 se experimenta una mezcla
 múltiple y simultánea
 de sensaciones y sentimientos,
 ¡ qué difícil es expresarla con palabras!
 
 A veces, el silencio puede ser
 la mejor manera de expresarse.
 Pero hoy necesito escribir...
 
 En mi mente se entremezclan
 imágenes de árboles
 y las risas y los cantos
 de quienes estaban a mi alrededor...
 Imágenes del agua del arroyo, que fluye...
 La presencia de todos esos jóvenes
 que ríen y cantan...
 Un instante de comunión
 me hace parte del grupo.
 Pero la magia pasa...
 Fue una vivencia momentánea.
 Después volví a ser yo,
 esa "yo" que está sola
 en medio de todos".
 
 Escribía sentada, como siempre,
 bajo un árbol.
 ¡Cuánto le hubiese gustado capturar
 aquel instante de comunión en grupo,
 por más tiempo.
 Su yo, empeñado en percibir
 hasta el último detalle de todo,
 la había sacado de la comunión,
 así, de pronto.
 Su amigo, el extraño,
 también era parte del grupo.
 La miró en el salón,
 sintió su presencia,
 estuvieron cerca,
 pero... guardó silencio.
 
 Otra vez escuchó ruido de pasos.
 Vió aparecer en el jardín
 al extraño sujeto
 de las frases contundentes
 y los silencios súbitos.
 
 -"¡ Hola!
 ¿Viene usted aquí a menudo?"
 
 -"Sí -dijo él- me gusta
 estar cerca de la Naturaleza.
 Hoy encontré un buen libro de chistes
 y lo he traído..."
 -"Bueno, al menos lee chistes
 -pensó ella- eso le quita
 un poco de misterio a su persona".
 
 El silencio continuó
 llenando el espacio por un buen rato.
 Mientras leía,
 una dulce sonrisa
 se dibujaba, de vez en cuando,
 en sus labios finos.
 
 El amigo interrumpió su lectura.
 
 -"Vienes mucho a este lugar,
 ¿no es cierto?"
 
 -"Sí -asintió ella-
 yo, al igual que usted,
 amo la Naturaleza
 y me gusta estar cerca de ella,
 en especial de los árboles:
 hay algo en ellos
 que me llena de fuerza y alegría:
 ¡ me hacen respirar vida!"
 
 - "Veo que te gusta jugar con las palabras:
 ¿escribes?"
 
 -"Algo. Es sólo un pasatiempo:
 traslado al papel
 sensaciones y experiencias..."
 
 -"Así se empieza...
 Pero debes tener en cuenta que,
 todos aquellos seres
 que poseen fantasía creadora,
 se dejan llevar, a menudo,
 por las pasiones.
 
 Sigue en lo tuyo,
 pero recuerda que, por tu sensibilidad,
 debes adquirir el hábito
 de reflexionar profundamente
 antes de hacer un juicio.
 Ahora debo irme...
 Te dejaré este libro
 para tu distracción".
 
 Esta vez, no se marchó de inmediato.
 Se detuvo junto al agua
 y se sentó a observarla,
 con una mirada
 profunda y tranquilizante,
 que parecía capaz
 de tranquilizar la propia quietud del agua...
 Era un ser hermoso.
 Pero su belleza
 parecía trascender lo temporal.
 Ella le observaba atentamente,
 mientras él parecía formar parte,
 por derecho propio,
 de aquel pequeño y hermoso
 paisaje natural
 del Jardín del Silencio...
 
 Volvió a escribir:
 
 "Quiero estar sola para arar la tierra
 con mis palabras y mis pensamientos;
 y hacer de cada árbol el templo
 donde mi alma se encuentre con Dios".
 
 Entretanto, el amigo
 regresó a su lado
 y leyó lo escrito.
 -"Volvió usted a refugiarse
 en su mundo simbólico".-le dijo,
 como siempre, sonriendo.
 
 Ella se sintió apenada
 por no haber ojeado, siquiera,
 el libro de chistes
 que él le había prestado.
 
 El amigo tomó el libro
 y lo miró, diciendo:
 -"Todo aquel que tiene
 la facultad de hacer reír a los demás,
 es un genio.
 La risa es un don;
 y el hombre es el único animal
 capaz de reír de sí mismo".
 
 Luego guardó silencio,
 caminó hacia el arroyo
 y su mirada intensa hizo
 pasar el tiempo viendo el agua...
 
 "El Reino de la Fantasía
 se nutre de la Realidad;
 o es, más bien, al contrario?
 ¡ No lo sé... !
 ¡ No sé por qué escribo esto...! "
 
 Dejó el lápiz al lado
 y se dedicó a mirar el agua,
 tal como lo hiciera su amigo
 tiempo atrás.
 
 Quizás la serena cordura
 de las palabras de su nuevo amigo,
 la hacía reflexionar.
 
 Al menos ya había obtenido
 una conversación con él
 un tanto congruente.
 
 Analizó  todos los encuentros
 .
Recordó, entonces,
 aquella frase de su amigo:
 "El hombre siempre tuvo ansia de eternidad".
 
 Como otros días,
 acudió a refugiarse en el Jardín.
 Decidió hacer una caminata
 atravesando el Bosque de Bambú.
 Caminó durante algún tiempo.
 Luego se sintió cansada
 y decidió sentarse un rato, junto al arroyo.
 
 -"¡Hola otra vez!-
 le dijo su amigo-
 ¿Quería usted saber algo acerca
 del ansia de eternidad del hombre?"
 Ella sonrió, asintiendo con su cabeza.
 
 -"Pues bien -dijo él,
 sonriendo dulcemente-
 unos amigos míos tuvieron,
 hace mucho tiempo
 una inquietud parecida;
 era sobre la música".
 
 Mar
 
 ¿Estaba despierta o soñaba?
 
 Su amigo la conducía, de la mano,
 a través del Bosque de Bambú
 del Jardín del Silencio;
 tan delicadamente,
 que todo se iba transformando a su paso.
 El viento, el Sol y los árboles
 parecían saludar el paso de su amigo.
 
 Casi flotando sobre sus pies,
 caminaron hasta llegar a la costa.
 Allí los sonidos eran otros...
 y la brisa marina les refrescó,
 llevándoles aromas y sensaciones nuevas.
 Se detuvieron frente al mar.
 Se sentaron a descansar
 y su amigo habló así:
 
 -"El mar es azul
 y profundamente hermoso.
 La luz del Sol
 se refleja en el agua
 con destellos traviesos;
 y el viento, juguetón,
 la mueve
 y la convierte en olas;
 olas espumosas que son música;
 música alegre
 cuyo ritmo invita
 a permanecer durante horas
 frente al mar...
 sólo por verle,
 por escuchar su música.
 
 Y ahí estaba yo,
 sentado frente al mar,
 alimentando mi fantasía
 con los destellos
 azules y luminosos del Sol;
 con la dulce música del viento
 y el suave contacto
 de la arena en mi piel.
 
 De repente,
 algo llamó poderosamente
 mi atención:
 Era un caracol deshabitado.
 Lo tomé entre mis manos y,
 acercándolo a mi oído,
 escuché el mar, la brisa;
 y tuve la sensación de que,
 dentro de él,
 estaba capturado el mar,
 con su música
 y con todos sus tesoros.
 
 Dicen las gentes que los caracoles,
 si uno los lleva a su casa,
 traen mala suerte.
 No creo en supersticiones,
 así que decidí llevarlo conmigo,
 para llevar también un poco del mar a casa.
 
 Era el mes de diciembre.
 Se acercaba la noche.
 
 El Sol continuó
 con sus reflejos de luces.
 Los colores del cielo y las montañas
 variaban, de azul intenso al verde tierno,
 en matices rojos y naranja.
 El Sol fue desapareciendo lentamente,
 sumergido en el mar,
 dejando en el ambiente
aún algo de luz.
 
 ¡Sí! era la época de diciembre
 y yo y mi caracol
 estabámos ya listos
 para irnos a casa.
 
 Mas, el mar seguía invitándome
 a estar sentado ahí,
 viéndolo y escuchándolo.
 
 Conforme llegó la noche,
 una luz nueva se reflejó en el agua,
 más tenue, por supuesto,
 que la del Sol.
 Era la luz de Venus,
 que llegaba hasta el fondo del azul mar.
 
 Continué allí por muchas horas más.
 Con la noche, la música del mar
 fue diferente...
 Luces más tenues
 y la noche se reflejó en el agua.
 
 Más allá del azul profundo,
 en el fondo del mar,
 habitan seres marinos:
 pecesillos, caracoles, plantas,
 caballitos de mar y muchos otros.
 
 Pero no tienen música...
 La música está aquí, en la superficie,
 con el viento y el agua que juegan
 haciendo espuma,
 revolviéndose en la arena.
 
 Ellos querían hacer una fiesta
 para celebrar la Navidad y,
 como no tenían música,
 resolvieron hacer
 una expedición a la superficie,
 para encontrarla.
 
 Música.
 
 Marte estaba rojo...
 Se veía más grande que de costumbre,
 y su resplandor
 sólo rivalizaba con el de Venus.
 
 Era una noche cálida.
 A ratos una estrella fugaz
 iluminaba, durante un segundo,
 alguna parte del cielo.
 
 Yo me sentía muy bien,
 allí, sólo, como un niño
 que se hace dueño del todo
 llevándose el mar en un caracol.
 
 Ya te dije que los seres marinos
 estaban empeñados en hacer su fiesta.
 Aprovecharon la noche para reunirse
 y decidieron que un grupo de ellos
 fuese a la superficie
 a conseguir la música.
 
 Un hipocampo, una estrella de mar,
 un caracol, una sirena y un pulpo,
 fueron elegidos para buscar la música.
 
 Tenían que recorrer mucho
 para llegar hasta la superficie
 y, una vez allí, nadar a la playa,
 para buscar la música
 y llevarla a su fiesta.
 
 ¡Claro! Ellos no tenían ni la menor idea
 de cómo hallarla.
 Desde donde vivían
 sólo se escuchaba el eco de la música,
 que ellos imaginaban muy hermosa.
 
 Por supuesto que no contaban
 con tecnología para hacer grabaciones;
 es más, ni siquiera intuían
 cómo capturarla.
 
 Pero ellos querían tener
 la música de la superficie en su fiesta.
 
 Además, nunca
 estaban demasiado ocupados
 en el fondo del mar.
 Y... una aventura de vez en cuando,
 no cae mal -pensaron-.
 
 Así que, sin más espera,
 partieron.
 iEra maravillosa la manera ingenua
 en que pretendían alcanzar
 lo que, hasta el momento,
 había sido imposible
 para los de su especie".
 
 -"Pero dime- interrumpió ella-
 cómo es que sabes tantos detalles
 de lo que les pasó a los seres del mar?"
 
 -"Bueno -respondió él-
 francamente, yo estuve allí.
 A lo largo de su viaje
 conocieron seres de diversos lares,
 algunos de los cuales
 yo no conozco aún".
 
 -"Pero, si los acompañaste en su viaje,
 ¿cómo es que no les conoces ?"
 -"Escucha bien, todo es muy relativo.
 Mis amigos del mar viajaron
 a través del tiempo. ¿Cierto?"
 -"¡Pues... sí, me parece que sí!"
 -respondió ella un tanto confundida.
 
 -"Bien, si lo hicimos entonces.
 ¿Crees que hay algo que pueda impedir
 que lo hayan hecho después ,
 o que lo estén haciendo ahora?"
 
 -"Además-continuó- te decía
 que el Caracol Henry y sus amigos
 conocieron en su viaje
 sobre seres, mitos,
 artes y formas de hacer música y danza.
 Y ¡Claro! cuando salieron
 a buscar la música,
 encontraron a su paso, aventuras..."
 
 -"Y...-dijo ella-
 por qué mencionas especialmente
 al Caracol que llamas Henry?"
 
 -"¡Ah! Eso es porque el Caracol Henry
 pensó que esa tarea de buscar la música
 era algo muy serio, y que, por supuesto
 ,
implicaría un viaje en el tiempo. Pensó en
 analizar en detalle la historia del asunto,
 y luego, producir su propia música".
 
 -"¡Interesante posición,
 tratándose de un caracol..."
 
 -"Pero el Caballito de Mar decía,
 muy concienzudamente,
 "el asunto no es para tanto"
 y que bastaba con
 un viaje a la superficie.
 
 La algarabía fue tal,
 que el grupo se dividió en dos,
 y decidieron encontrarse
 en punto y fecha determinados,
 y así, con los resultados del viaje,
 alegrar su fiesta con la música".
 
 Luego el Amigo
 se sumió en uno de sus silencios.
 Mientras el Sol, para acostarse,
 jugaba con la luz sobre las nubes
 y sobre el agua del mar.
 Ella observaba todo.
 Comenzó a sentir frío y preguntó:
 -"¸¿Y qué pasó entonces?"
 
 El Amigo interrumpió el silencio
 para sacar de su recuerdo
 el resto de la historia:
 
 -"Como te dije,
 se dividieron en dos grupos.
 Escucha lo que vivió el grupo
 que acompañó a Henry-Caracol
 a través del tiempo".
 
 Tiempo
 
 Henry-Caracol y su grupo
 querían viajar a través del tiempo,
 para buscar la música.
 
 Visitaron a Cronos, el del tiempo,
 quien de seguro,
 al conocer sus intenciones,
 les ayudaría gustoso
 a conseguir su propósito.
 
 Cronos tenía fama
 de entusiasmarse
 cuando sabía de
 los proyectos de arte
 y creatividad de los hombres.
 Y sólo el hecho de ver
 a los seres marinos
 interesados en la música,
 lo emocionó.
 
 Cronos se encontraba
 en una cómoda terraza,
 sentado frente a una mesa
 servida para la hora del café.
 Le acompañaba Minerva Atenea.
 
 El aroma del café era delicioso.
 Y los pastelitos, dulces y salados,
 eran degustados por Cronos
 con gran placer.
 
 Era un ser muy cortés,
 así que decidió invitar a los seres marinos
 a acompañarle en su mesa.
 
 -"Supongo que ustedes-
 dijo Cronos- al igual que los hombres,
 toman café".
 
 Los seres marinos
 no conocían a los hombres,
 así que se desarrolló
 una amena conversación
 sobre cómo eran ellos.
 Entonces Minerva Atenea  recordó
 los tiempos en que gustaba
 de vivir entre los hombres;
 y cantó así, para explicar
 lo que ocurría a los hombres
 con el paso del tiempo:
 
 -"Desde el fondo del tiempo he contemplado
 a un anciano y su pasado.
 Llevaba el rostro marcado
 con surcos de Sol y viento.
 Llevaba en sus manos, callos,
 llenos de trabajo y tiempo.
 
 ¡Y llevaba una sonrisa
 y una mirada tan frescas,
 que llegaban hasta el alma,
 en esa tarde serena!
 
 Iba contando su historia,
 sus trabajos y alegrías.
 Nos contaba cuánto extraña
 lo bueno de viejos tiempos.
 He contemplado a un anciano
 en una tarde serena:
 ¡Y llevaba una sonrisa
 y una mirada tan frescas!
 
 He contemplado el pasado
 en el rostro de un anciano
 y  he sentido mi futuro
 en su sonrisa y sus manos".
 
 Entonces, Henry-Caracol,
 al mirar en Cronos
 su cabello blanco y el rostro
 lleno de surcos le preguntó:
 
 -"...¿Es usted un hombre, Cronos?"
 
 El sonrió, y sin responder
 directamente la pregunta, dijo:
 
 -"Los hombres son
 seres muy complicados.
 Están llenos de defectos
 y poseen, también,
 sus atributos.
 
 Ellos viven el tiempo,
 y sus culturas,
 se alimentan de tiempo.
 Los hombres-agregó-
 también se aman entre ellos.
 El amor es uno
 de sus más importantes atributos;
 y por eso le cantan..."
 
 Minerva Atenea volvió a cantar:
 
 -"Yo voy a estar con vos
 desde lo más profundo
 de todas mis raíces
 y todas mis acciones.
 
 Yo voy a estar con vos
 desde mi propia cuna
 y desde la mirada
 de la que fue mi madre".
 Las olas del mar
 eran un sutil complemento
 de la voz de su Amigo.
 ¡La historia parecía tan real!
 Ella estaba encantada
 y su interés en saber
 qué ocurriría, crecía cada vez más.
 
 Así que decidió interrumpir:
 -"Oye, es muy linda la historia que me cuentas.
 Pero yo quiero viajar
 contigo por el tiempo.
 ¸¿Se puede?"
 
 -"¡Claro que se puede!"
 
 El atardecer dió paso a la noche.
 Ella imaginó, ya,
 estar dentro de aquella historia.
 La luz de las estrellas
 se reflejaba en el mar.
 No había luna.
 
 La oscuridad les hizo regresar.
 
 Estaba muy cansada.
 Su Amigo era tan bueno
 contando historias,
 que ella casi podía
 recordar la presencia de Cronos,
 sin poder asegurar que fuese real.
 
 Ya en su casa,
 tomó un viejo libro y,
 al leer, una sensación
 la hizo detenerse
 súbitamente.
 
 "Las páginas de
 estos libros amarillos
 me remiten a la vida.
 Y yo quiero vivirla.
 Su olor viejo
 es el olor del tiempo.
 ¡Sí! Estoy segura
 de que ese debe ser
 el olor del tiempo:
 olor a tinta
 y a papel amarillo.
 Es el olor
 del tiempo aprisionado,
 capturado entre las letras
 y  las páginas
 de cada uno
 de estos libros,
 que me llevan y me traen
 a través del tiempo,
 hacia las vidas,
 vivencias y visiones
 de seres ya idos,
 que me obligan
 a aspirar intensamente
 el olor del tiempo,
 paseándome
 a lo largo de la historia."
 
 Otra vez,
 la imagen de su amigo la distrajo.
 Sabía, por sus conversaciones,
 que a él le gustaba
 la literatura.
 "La imaginación humana
 no tiene límites"
 -le había dicho-
 "La capacidad de creación artística
 es ilimitada,
 como ilimitado es el amor".
 
 Flora
 
 Su amigo la condujo, nuevamente,
 a través del Bosque de Bambú.
 Pero esta vez,
 el paisaje era otro...
 El viento producía
 un ruido que semejaba
 las voces
 de un coro de varones.
 
 Se detuvieron frente a un muro de piedra.
 
 El muro era gris
 y parecía infranqueable.
 
 -"¸¿Qué hay del otro lado?"
 -preguntó ella-
 
 -"Detrás de ese muro
 se inicia nuestro viaje.
 ¡Sólo sígueme!".
 
 Atravesaron el muro
 como por prodigio.
 Se vió a sí misma,
 junto a su amigo
 en un hermoso Jardín
 junto a un arroyo.
 
 Era aún más hermoso
 que el mismo Jardín del Silencio.
 El pareció leer sus pensamientos.
 
 -"Esta es-le dijo-
 sólo una ampliación
 de tu Jardín del Silencio.
 Y miraron hacia adelante...
 
 En el jardín de Flora
 
 Flora estaba, como siempre,
 muy alegre.
 Podaba sus rosas
 y escuchaba música.
 
 -¡Al fin música!
 -pensaron los
 seres marinos-
 y preguntaron a Flora
 dónde estaba la música.
 Ella les respondió
 que estaba en todo:
 en la lluvia, en el viento,
 en el agua, en el bosque,
 en los animales y en los hombres.
 Los seres marinos
 se volvían a ver entre ellos,
 haciéndose señas
 de no entender nada.
 Cuando Flora se percató de ello,
 trató de explicarles:
 
 -"¡Ah, la música...!
 Es algo hermoso, muy hermoso
 -dijo Flora sonriendo-
 los hombres hacen música de todo.
 La usan en todas sus actividades
 Se sumergen en ella
 y dejan parte de sí
 en una canción.
 Escuchen ésto: -y cantó-:
 
 Ví un día una mariposa
 asolearse junto al mar.
 ¡Eso es mentira, dirán !
 Pero es muy cierto, es verdad.
 
 De cualquier tema,
 hasta de una mariposa
 tomando un baño de Sol,
 hacen una canción.
 También acostumbran, los hombres,
 hacer  música, no con instrumentos,
 sino con palabras; usan a sí mismos
 como instrumento y dan musicalidad
 a sus ideas. Ellos le llaman poesía.
 Escuchen ésto:
 
 La lluvia de esta tarde me hace sentir eterna
 y es para recordarme que soy un ser mortal.
 Hoy soy tierra, soy lluvia,soy aire humedecido.
 Soy silencio y soy música, plena de eternidad".
 
 Cuando Ilhla escuchó
 su poema en labios de Flora,
 se asombró mucho.
 ¿Cómo era posible?
 Ella lo había escrito
 y nadie más lo conocía.
 ¡De eso estaba segura!
 
 Trató de interpelar a su Amigo,
 pero éste sonrió
 y con uno de sus gestos inapelables,
 le sugirió no decir nada.
 
 Luego, ella le preguntó:
 ¿Eres real?
 ¿O eres producto de mi fantasía?
 ¿Todos ellos existen realmente?
 Su Amigo sólo le dijo:
 Descansa todo cuanto puedas.
 Mañana, cuando regreses
 al Jardín del Silencio,
 continuaremos viajando por el tiempo
 con nuestros amigos del mar.
 Y sonrió dulcemente...
 
 Mientras se alejaban
 Flora continuó cantando:
 
 -" Quiero cantarle a la vida,
 ver árboles y sonrisas.
 Quiero a unos niños jugando
 y cantando en la montaña;
 también ver a esos muchachos
 que dan una serenata.
 Quiero a un chiquillo pequeño
 dando sus primeros pasos,
 una mirada profunda
 y manos entrelazadas".
 
 Silencio.
 
 El fresco aroma de las flores
 y la gentil presencia de Flora,
 hacían que nuestros amigos
 se sintieran felices ¡ muy felices!
 
 Los seres marinos se preguntaban
 cuándo conocerían a los hombres, pues,
 todo parecía indicar que eran los hombres
 quienes habían inventado la música.-"Por lo tanto -dijo Lady Sirena-
 lo más indicado será preguntarles a ellos".
 
 -"¡Eso no es posible!
 -dijo Flora categóricamente- porque
 ningún humano hablará con ustedes".
 
 -"Pero ¿ por qué?
 - interrogó, extrañado Henry-Caracol-
 ¿Acaso no poseen el lenguaje,
 las artes y la comunicación?
 Al menos -continuó-
 eso fue lo que nos dijo Cronos".
 
 -"Sí, -respondió Flora, algo triste-
 es cierto, los humanos poseen todo eso.
 Pero no hablarán con ninguno de ustedes
 porque, salvo excepciones, ellos no
 intuyen siquiera comunicarse con otros
 seres que no sean su especie".
 
 -"Pero... ¿Cómo así?-
 -preguntó, de nuevo, Henry?
 
 -"Es muy simple -respondió Flora-
 si los demás hombres ven a uno de ellos
 hablando con ustedes, o con nosotros,
 eso le provocará muchas dificultades
 en su vida social.
 ¡Sencillamente no les hablarán!
 
 Si quieren conocerlos,
 podrán viajar a través del tiempo,
 pues ya Cronos está anuente,
 pero de ninguna manera
 deben hablar con los hombres.
 Sólo podrán observarlos".
 
 -"¿Escuchaste bien eso? -dijo Rem a Ilhla-
 ¡No debes olvidarlo!
 Tú y yo viajaremos por el tiempo
 con nuestros amigos del mar,
 pero los hombres no lo comprenderán.
 Tenlo presente: bajo ninguna circunstancia
 podrás romper el silencio.
 Para no dificultar nuestro viaje
 sólo observa cuanto los hombres hacen".
 
 -"¿Al menos podré hablar contigo?"
 
 -"Podrás comunicarte conmigo,
 pero usaremos otro lenguaje.
 Ahora crees que no lo conoces,
 pero es en tí, te será fácil usarlo.
 No hables, y aún así,
 estaremos en constante comunicación.
 Es todo lo que te diré al respecto.
 ¿Sabes algo de música?"
 
 -"Lo esencial para disfrutarla".
 -"Tanto mejor. Eso facilitará las cosas.
 Comenzaremos desde el principio".
 
 Remontaron entonces un camino sombreado de árboles recién florecidos.
 El viento acariciaba suavemente
 el cabello de Ilhla.  Pequeñas flores  se desprendían de los árboles
 a su paso en el camino.
 Natura misma les acompañaba en su viaje.
 
 No era un jardín,
 el final de este camino,
 era un terreno abierto, una pradera.
 El viento soplaba fuerte.
 
 Fue aquí en donde los seres marinos
 conocieron a unos hombres.
 Mas, Ilhla notó que no eran
 como los que ella conocía.
 Les vió viajar en grupo
 y, unos otros, parecían realizar
 una ceremonia junto al fuego.
 
 De sus gargantas surgían ruidos
 que imitaban, al parecer de Ilhla,
 talvez a algún animal exótico.
 Movían sus piernas y sus brazos
 en acompasados y burdos movimientos;
 semblanzas de danzas primitivas.
 
 Conforme transcurría el tiempo,
 los movimientos eran más intensos.
 Se fue estableciendo un ritmo.
 Ilhla estaba asustada.
 De repente, miró por encima de aquel todo.
 De aquel todo en que se había convertido
 el grupo de seres casi humanos...
 Observó sobre ellos una imagen transparente.
 
 -"Qué lindo baila esa mujer!" -pensó-
 Y, de inmediato,
 aquella bailarina transparente
 extendió un manto de cristal, intangible,
 sobre esos seres alrededor del fuego.
 Del manto se desprendieron destellos,
 como gotas de lluvia de cristal y,
 como magia, ya realista, ya fantástica,
 los movimientos de aquellos seres
 fueron acoplándose aún más, como
 el ritmo de sus gritos al de sus cuerpos...
 
 Ilhla estaba extasiada...
 Tanto, que su propio cuerpo
 comenzó a moverse
 al ritmo de aquellos gritos primitivos,
 casi sin darse cuenta...
 De pronto, tropezó con una enorme piedra...
 
 -¸¿Te gusta? - dijo una linda voz femenina-
 Ellos pretenden hacer música".
 
 -"¡Al fin música! -dijo Henry-Caracol-
 ¡Al fin música!
 ¡Hemos encontrado la música!"
 repetía una y otra vez
 Henry-Caracol...
 -¿ No haz oído que dije "pretenden" ?
 -agregó la voz que salía de la tortuga
 que Ilhla confundiera con una piedra-
 Son hermosos -continuó- Primitivos
 que sólo imitan los ruidos de la Naturaleza
 y a los animales que conocen;
 Lanzan gemidos al viento y al cosmos,
 Pero si quieren encontrar la música,
 deben viajar aún más..."
 
 -"¿Y tú quién eres?" -preguntó Ilhla-
 
 -"No me interrumpas! -dijo la Tortuga
 y continuó-  Los hombres son distintos
 al resto de los animales.
 No se contentaron, como los pájaros,
 con cantar pidiendo lluvia,
 o sólo porque sí,
 o volar de árbol en árbol.
 Ellos ¡Claro que sí! son diferentes
 al resto de los animales.
 Me provocan muchos dolores de cabeza,
 pero sus artes y su risa
 lo compensan todo.
 Todas las artes me gustan,
 sin embargo,
 la música es maravillosa,
 me hace feliz".
 
 A Ilhla le pareció extraño
 que una tortuga
 le comunicara algo semejante.
 Le preguntó a su amigo Rem
 el por qué los hombres
 habrían de darle dolores de cabeza
 a una tortuga.
 
 El respondió:
 
 -"¡Déjala
 es una tortuga milenaria:
 no le agrada que le hagan
 preguntas impertinentes.
 Es algo excéntrica,
 pero muy simpática:
 ¿no te parece?
 Además, a su edad..."
 
 - "Pero... ¿Qué edad tiene?"
 
 - "¡Tiene la edad del tiempo!".
 
 -"¿Cómo, la edad del tiempo?"
 
 -" ¡Es todo lo que te diré al respecto,
 por favor, no preguntes más!".
 
 Pero la tortuga se había percatado
 de la inquietud de Ilhla.
 
 -" Yo te responderé- le dijo-
 Tengo la edad del tiempo.
 Sin embargo, el mundo
 existía antes de mí
 ,
 Y ¡créeme! ,
 aún seguirá existiendo,
 después de mí.,
 Y no es, realmente, cierto,
 que me molesten,
 las preguntas impertinentes.,
 Pregunta lo que quieras,,
 pero ten presente,
 que a mi edad...",
 ,
 Y, diciendo ésto, la Tortuga,
 se transformó en hermosa mujer,
 con un asombroso parecido a Flora.,
 ,
 -"Te lo dije, Ilhla,,
 -añadió Rem-,
 le encanta jugar bromas a todos".,
 ,
 El Rey Bromista.,
 ,
 Había una vez un Rey Sabio...,
 Había pasado,
 la mayor parte de su vida,
 estudiando y estudiando...,
 ,
 Conocía la literatura,
 de todos los tiempos:,
 la Universal y la local, ,
 la buena y la mala...,
 Había visto todas las películas,
 y había escuchado,
 la música de todos los pueblos.,
 ,
 Pero el Rey se aburría...,
 se aburría mucho,
 en su tiempo libre,,
 que era, por cierto,,
 todo el día.
,
 ,
 En su reino estaba,
 todo bajo control,,
 pues era un hombre ,
 muy organizado.,
 ,
 Entonces, para divertirse,,
 se dedicaba a planear bromas,,
 para hacerlas a quienes,
 estaban más cerca de él.,
 Les ponía trampas y,,
 el primero que se descuidara,,
 ¡zaz! caía; y era motivo,
 de una o varias de sus bromas.,
 Por lo general eran muy divertidas. ,
 ,
 Como el Rey poseía,
 tanto conocimiento,,
 a veces se pasaba de tono,
 con sus bromas, mas que todo,
 porque no tenía prejuicios...
 
 ¡Claro! A veces, disgustaba
 a más de la mitad de su reino.
 Pero, !eso sí! cada vez
 que ocurría un incidente de éstos,
 el Rey, en cuanto se enteraba
 de que se había sobrepasado,
 se acercaba a su víctima
 y se congraciaba con ella.
 
 Nunca se disculpaba directamente.
 Eso ¡por supuesto! -consideraba-
 no sería propio de un Rey,
 por más gentil que fuera.
 
 Su víctima favorita
 era la Princesa Zuláyaba;
 una hermosa joven
 de largo y tupido cabello negro,
 a la que, con sólo mirar,
 se sabía de inmediato
 que era una Princesa.
 
 Zuláyaba lloraba mucho
 cada vez que su hermano el Rey
 le hacía una broma.
 Pero, esta vez, fue el colmo...
 
 Las cosas se salieron
 de los límites soportables
 y Zuláyaba decidió
 marcharse del castillo
 para no volver nunca...
 Ese día lloró mucho...
 Se sentó en el camino, bajo un árbol.
 Y, de pronto,
 también los cielos
 empezaron a llorar...
 
 El aguacero era
 uno de esos
 que cubren el espacio
 por completo.
 
 No podía
 guarecerse de él
 en ningún sitio.
 
 Se empapó su ropa
 y sintió miedo...
 mucho miedo.
 
 -"¡Cuánto quisiera
 que mi padre estuviese aquí!"
 -pensó Zuláyaba-
 Pero su padre
 había ido de visita
 a un reino amigo.
 
 Pasaron unas horas...
 cesó de llover
 y la ropa húmeda se secó en su cuerpo.
 Ya cansada, se durmió.
 ¡Sí!, ahí... sola...
 en medio del Bosque. Zuláyaba tuvo un sueño...
 Se vió en una habitación grande,
 en una cama redonda
 y sábanas blancas. Junto a la cama
 una escalera de caracol.
 Zuláyaba, soñando que dormía,
 curiosamente, tuvo un otro sueño
 en el que se veía a sí misma
 subiendo por la escalera.
 
 Iba descalza.  Subió y subió...
 Y, al final del último escalón,
 encontró un jardincito
 que conducía a una oficina,
 con una Sala de Recepción
 y una puerta cerrada,
 con un pequeño rótulo:
 'OFICINA DEL PADRE'.
 
 -"¡Qué bien !- pensó Zuláyaba-
 ¡Al fin podré ver a mi padre!
 Le contaré lo que me pasa
 con las bromas del Rey.
 El, de seguro,
 solucionará mi pesar
 en menos que canta un gallo.
 ¡Claro que sí!
 ¿Pero, cómo llegar hasta él?"
 
 "- Oiga - dijo a la Recepcionista-
 quiero ver a mi padre...
 Por favor dígale
 que Zuláyaba, su hija,
 está aquí y desea hablarle."
 -ordenó sutilmente la Princesa-.
 
 La Recepcionista
 se extrañó mucho:
 -"Bueno -le dijo-
 resulta que "su" padre
 es también "mi" padre.
 Y yo sólo recibo
 órdenes de él.
 Además, en este momento
 está muy ocupado
 analizando
 un serio problema ecológico".
 
 Zuláyaba quedó impactada...
 -"¡Claro! -pensó- Seguramente
 mi padre se casó de nuevo
 y es por eso
 que vive tan lejos.
 ¡Tengo que verlo
 de alguna manera!".
 
 Esperó paseándose por la salita
 durante algún tiempo.
 Sin embargo,
 la puerta no se abría.
 Había movimiento en el edificio,
 pero todos parecían ignorarla.Cuando ya estaba
 a punto de desesperarse,
 se abrió la puerta de la oficina
 y salió de ella una mujer
 muy elegante.
 
 -"Debe ser su esposa
 -pensó Zuláyaba-
 talvez pueda ayudarme".
 
 -"Oiga: ¿puede usted ayudarme
 a ver a mi padre?"
 
 -"¿Tu padre? - le dijo la mujer-
 ¡No puede verte! Está ocupado
 atendiendo un problema ecológico.
 Pero siéntate y espéralo un rato.
 Quizá él quiera salir
 a tomar un café,
 o para ir al baño;
 entonces podrás
 hablarle sin interrumpirle".
 
 -"Esperaré... Creo que
 no tengo otro remedio".
 -dijo resignada-
 Y se acercó a una ventana.
 A través de ella
 tranquilo vió el mar.
 
 En la playa, muchas gallinas
 corrían una y otra vez
 buscando su alimento
 entre la arena; atrapaban almejas
 llenando así el buche...
 
 Un poco más a la izquierda,
 vió unos árboles de mango,
 debajo de los cuales,
 los cerdos comían mangos
 que habían caído re-maduros...
 ¡Qué gracioso espectáculo!
 El chancho chupaba la semilla
 hasta dejarla totalmente limpia,
 y luego escupirla.
 
 No había muchas
 personas en la playa...
 -"No! ¡Esperen!...
 Hay un hombre alto, de cabello largo
 y una joven pequeña,
 también de cabello largo,
 Pero no estan solos.
 Vienen acompañados de...
 ¡No logro verlos claramente!
 ¡Esto no puede ser, debo estar soñando!
 Son un caracol, una sirena y un pulp...
 ¡Un pulpo! Ahora el pulpo me
 saluda con sus múltiples brazos...
 
 ¿Dónde estaré?
 ¸¿Y por qué no podré
 hablar con mi padre?"
 La gente seguía caminando
 de aquí para allá en el pasillo.
 Se abrió una puerta.
 Salió de la oficina
 un caballero alto,
 que parecía
 no ser viejo, ni joven.
 Su cuerpo irradiaba
 una energía que de inmediato
 en su mente relacionó
 como:  poder.
 
 -"¿ Me buscabas, Zuláyaba?"
 -le dijo, abrazándola-
 
 Ella se molestó mucho...
 -"¡Qué atrevimiento! -pensó-
 No le conozco y me abraza.
 Además: ¿por qué sabe mi nombre?"
 
 -"¿Quién eres?"
 
 -"Soy tu padre, Zuláyaba -le dijo-
 me han dicho que me buscas".
 
 -"Pero...¡no entiendo!
 ¿Es usted mi padre?"
 El caballero transfiguró en un anciano
 y sonriendo le dijo:
 -"Sígueme.  Quiero presentarte
 a unos amigos, para que
 nos ayudes en un trabajo".
 -"¡Quiero ver a mi padre!"
 -dijo Zuláyaba, ya un tanto molesta-.
 
 -"Si te refieres a tu padre
 -dijo el anciano- él ahora
 está atendiendo otro asunto,
 no puedes verlo.
 ¡Pero yo soy tu padre!"
 
 -"¡No lo entiendo!
 -pensó, resignada-
 y en estas circunstancias
 no tendré otro remedio
 que seguirle..."
 
 PATER
 
 Cuando Zuláyaba y
 "su" padre,
 llegaron a la playa,
 se encontraron con
 un hermoso hombre
 de cabello largo,
 acompañado de
 una joven mujer
 y unos seres marinos.
 
 "-¡Bonito lugar!
 -dijo Rem a Pater-
 Lo tienes muy bien cuidado".
 Luego se dirigió a su amiga y añadió:
 -"Te presento a mi padre
 que es, también, el tuyo".
 
 -"Así que tengo más hermanos
 -pensó Zuláyaba- este señor
 parece ser el padre de todo mundo.
 Talvez su prosperidad
 le permite...¡No!
 Es algo que aún no entiendo.
 Pero me agrada
 mi nueva familia".
 
 Por su parte, Ilhla dijo:
 
 -"Es un verdadero placer
 conocerle, señor.
 ¿Dice Rem que es usted mi padre?"
 
 -"¡Por supuesto
 que soy tu padre!
 Pero no te preocupes...
 Vamos a la oficina de mi otro Castillo,
 tengo muchas cosas
 interesantes allí.
 ¡Vamos!
 ¡Nos divertiremos mucho!..."
 
 -"Pater, -dijo Rem-
 en realidad, mis amigos
 andan en busca de la música".
 
 -"¡Yo no!" -dijo Ilhla-
 
 Rem guiñó un ojo a Pater
 y continuó:
 
 -"Y sé  que tú podrás ayudarnos".
 
 -"La música, -dijo Zuláyaba-
 en mi país hay mucha música...
 Estamos algo lejos, pero,
 si quieren, pueden acompañarme.
 Mi hermano el Rey ama la música
 y conoce la de todos los pueblos".
 
 Mientras decía esto,
 el anciano Pater la miraba
 con mucha ternura;
 y en sus labios se dibujaba
 una tenue sonrisa.
 
 -"Pero ¡claro! -recordó Zuláyaba-
 mi hermano es muy bromista y,
 por el momento,
 estoy disgustada
 por una de sus bromas".
 
 Pater la interrumpió:
 -"Iremos otro día a tu País.
 Ahora síganme.  Yo no soy
 muy conocedor, que se diga:
 pero algo sé de música.
 Además, podremos escuchar a Mozart".
 -"¿Y quién es Mozart?"-
 preguntó Henry-Caracol-
 -"Mozart es un músico." -respondió Rem-
 "Entonces, hemos encontrado al fin
 la música" -insistió Henry-
 "Digamos que una parte de la música"
 -acotó Rem-
 -"¿Y ese Mozart también es hijo suyo
 y vive aquí?"
 -intervino la Sirena-
 -"¡Qué preguntas las que hacen!
 -respondió Pater-
 ¡Claro que Mozart no vive aquí!"
 
 Y los seres marinos
 se preguntaban
 cómo sería posible
 escuchar su música
 sin que él estuviese presente...
 
 Entraron a un cómodo salón que,
 más que el salón de un Castillo,
 parecía un enorme y moderno
 estudio de grabación.
 
 El piso estaba cubierto
 con una alfombra azul.
 En el ambiente reinaba la armonía:
 Ilhla lo percibió de inmediato.
 
 -"¡A sentarse todos! -dijo Pater-
 pónganse cómodos.
 Así que buscan la música...
 No voy
 a preguntarles
 para qué...
 Eso es evidente.
 (Mientras hablaba,
 sus manos jugaban en torno a la idea
 y su rostro variaba con expresiones
 y gestos agradables que introducían
 a sus interlocutores en máxima atención).
 
 -"La música -continuó-
 es indispensable para
 la formación de todo ser humano libre".
 
 -"Ejem -carraspeó Henry-Caracol-
 dirá usted, de todo ser libre".
 
 -"Bueno, en mis tiempos,
 los seres marinos
 no se interesaban por la música.
 Ahora permítanme continuar...
 Decía que la buena música
 es expresión sensible
 de las relaciones matemáticas
 que rigen el mundo;
 el espíritu puede reconocer en ella
 la armonía universal".
 
 Ilhla recordó algo
 que por allí había leído:
 -"Aristóteles dijo  que la armonía musical
 comunica al espíritu
 el conocimiento
 de la armonía del mundo".
 
 -"¿No eres demasiado joven
 para conocer a Aristóteles?"
 -preguntó Pater-
 
 -"¡Claro que no!
 Conozco a Aristóteles
 y aún a otros autores.
 ¡No soy tan joven como parezco!"
 
 Pater continuó con su conversación.
 Con un gesto, dió a entender
 en forma indiscutible,
 que aquella conversación
 estaba perdiendo congruencia;
 y él eso no lo permitiría.
 Sonrió amablemente
 y continuó hablando:
 
 -"La enseñanza debe formar el gusto;
 pero la música
 tiene sentido por sí misma.
 En el curso de los siglos
 han ocurrido demasiados cambios
 en los hábitos musicales:
 demasiadas influencias exteriores
 han transformado el legado
 de cada pueblo...
 La música es
 representación sensible
 del alma del mundo:
 ejerce influencia entre
 hombres y culturas".
 
 -"Y- preguntó Zuláyaba,
 que parecía saber bastante del asunto-
 ¿Cree usted que hay alguna forma
 para saber si la música
 es buena o...?"
 
 -"¡Yo no discuto esos asuntos!
 Sin embargo, hay quiénes lo hacen.
 Cada uno enraizado
 en un pensamiento distinto.
 ¡Manía de tu época!
 Como si la música no fuera
 lo bastante rica e interesante,
 se quiere, a la fuerza,
 darle significado.
 
 Pero no  estamos aquí
 sólo para hablar:
 escuchemos música".
 
 No había terminado
 de decir ésto,
 cuando rompió en la cámara del salón
 la música... Una música
 que Ilhla intuyó celestial.
 Al oír cada una de esas notas,
 Ilhla se sintió
 transportada a otro mundo...
 Acostumbraba soñar muy fácilmente,
 pero esa música
 estimulaba sutilmente
 su fantasía...
 
 Cuando la última nota se perdió para dar
 lugar al silencio propio del salón,
 todos expresaron su disfrute
 con la mejor sonrisa.
 Los seres marinos estaban extasiados,
 abstraídos, recorriendo con sus ojos
 cada rincón del salón sin comprender
 cómo había venido y cómo se había ido
 "esa"... la música...
 
 Sucesivamente el tiempo cedió
 ante las más variadas composiciones
 musicales que en el mundo han sido,
 mientras Pater y Rem
 les hablaron sobre musas y artistas.
 
 Entrada la noche, Zuláyaba hizo
 ingeniosos comentarios.
 Sólo la sirena se percató que Ilhla,
 estaba transportada a otro mundo.
 La música y conversaciones
 les hicieron imaginar sitios hermosos
 -porque debieron ser muy hermosos-
 donde fueron inspiradas
 sus obras.  Ilhla quería
 hacer música con la palabra.
 ¡La música era algo maravilloso!
 El pulpo interrumpió a Lady sirena
 de su encantamiento para contarle
 cómo habia sentido la música
 en todos sus tentáculos.
 -"¡Bien! -dijo Pater- es tiempo
 de que continúen su  viaje.
 Recuerda -se dirigió a Rem-
 que cuando Ilhla y tú
 regresen al Jardín del Silencio,
 deben ayudarme con aquel asunto".
 
 -"¿Cuál asunto?" -preguntó Ilhla-
 -"¡Vaya jovencita! -dijo Pater-
 ¡Todo quiere saberlo...!
 Lo sabrás a su tiempo.
 Y, diciendo ésto, Pater obsequió
 una bella sonrisa al tiempo que,
 todo el recinto se fue convirtiendo
 en un castillo medieval, en la misma
 medida en que Pater levantaba su mano
 en señal de despedida,
 haciendo notar que no les acompañaría
 personalmente en su nueva aventura.
 
 Aquí continúa
 
 
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